Love Darkness
Chapter 1. Comienzo.
El sol salía tímidamente en Chicago, sus luminosos rayos bañaban la habitación de Amy White con una molesta luz. El despertador enfureció recordandole que tenía que levantarse.
Intentó levantarse, el cuerpo casi ni le respondía. Apartó sus largos cabellos castaños y se apoyó en su vieja mesa de noche para poder levantarse.
Sus intentos no fueron en vano y consiguió tenderse en pie.
Estaba mareada. La cabeza le daba vueltas. No podía recordar que había hecho anoche.
El contestador sonó. Había un mensaje de su mejor amiga Claire Stones.
Amy, de mala gana pulsó el botón con la luz roja para oír el mensaje de Claire.
-Oye, dormilona. Desde ayer no sé nada de ti. Llámame cuando oigas este mensaje.
Amy suspiró. Claire no tenía ni idea de lo que le había pasado.
Se sentó en su viejo sofá y su rostro dibujó una expresión triste. Sufría de un mal de amores.
John Stokes, era un chico guapo, alto y atractivo para muchas mujeres. Él, era el chico que había cambiado la vida de Amy. El chico que le había hecho sonreír cuando lloraba. El chico que le hacía olvidar sus problemas.
Hace unas semanas, había logrado conquistar el corazón de John. Y eran muy felices juntos. Incluso, sus amigos comentaban que hacían una pareja espectacular.
Él contaba chistes y ella soltaba enormes carcajadas en todos. En fin, una pareja feliz.
Pero, un día, John conoció a una mujer muy distinta de Amy. Esa mujer, era una muchacha fácil. Le gustaba destacar entre las demás chicas de su pueblo. Siempre iba muy maquillada y con ropa que provocaba que los hombres posasen los ojos en ella. Tifanny Stevens, ese era su nombre.
Se conocieron un precioso día de otoño, en el trabajo de John. Tras ese día, siguieron quedando repetidamente hasta que John, dio el primer paso y le plantó un apasionado beso. Tifanny, no se quedó atrás y le siguió el juego a John.
John decidió ponerle punto y final a su relación con Amy y empezar un nuevo capítulo en su vida.
Amy se quedó en shock. Jamás se había esperado eso de su amado John. Y, para olvidar sus penas lo único que se le ocurrió fue beber para olvidar el dolor.
Tanto alcohol, hizo que Amy cayese en un profundo sueño y amaneciese con una resaca.
Eran las 7:30 de la mañana, tenía que ir a trabajar. Amy, era una joven policía en una pequeña comisaría. Trabajaba junto con su amiga Claire. Amy era muy buena policía y, siempre le encargaban trabajos de alto nivel, sin embargo, a Claire, le encargaban trabajos más fáciles.
El timbre sonó. Y Amy, no quería levantarse a abrir.
-Amy... Soy yo. Ábreme.
Amy se levantó de mal humor a abrir la puerta.
-Hola, Claire. ¿Qué quieres?
Su amiga, notó que Amy tenía mala cara. Tal vez se dio cuenta por sus enormes ojeras o... tal vez por su tono de voz. O quizás porque aún no se había vestido.
-Vaya... No tienes buen aspecto. ¿Te ha pasado algo?
Amy intentó hacerse la dura pero, sus emociones pudieron más que ella y se echó a llorar como un niño que pierde su caramelo.
-¡Oh, Dios! Amy, sabes que puedes contarme lo que quieras.
Amy se secó las lágrimas y la hizo pasar. Le indicó que se sentase en un sofá rojo. Y, le contó lo que había vivido.
-Ese maldito idiota. ¿Cómo ha podido hacerte eso?
-No lo sé.-Sollozó Amy.
-Conozco a esa Tiffany. Trabajé con ella en una tienda de ropa. Es una destrozahogares.
-No puedo más, Claire. Llevo mucho dolor y tristeza dentro. No creo que pueda volver a confiar en un hombre.
-¡Tonterías! Tú sabes que muchos hombres me han dado plantón y aquí estoy dura y fuerte como una roca, y dispuesta a amar a otro hombre.
-Pero...
-¡Vamos! Esta noche Claire te ayudará a que se te quité esa tristeza.
Claire, ayudó a Amy a buscar su uniforme de policía. Salió fuera para que pudiese vestirse con intimidad.
Cuando estuvieron listas, se dirigieron a salir del edificio en el que vivía Amy.
-Oh, oh... -Claire posó la vista en un hombre vestido con un traje impecable y de unos preciosos ojos verdes esmeralda.
-¿Ocurre algo?-Preguntó Amy despistada.
-¿Ves ese tipo?
-¿El que está llamando por teléfono?
-Sí.
-¿Que pasa con él?
-Ji,ji,ji.-Rió tontamente Claire.
-¿Estás pensando en ligar con él?
-Ya me conoces.-Dijo Claire con una sonrisa de oreja a oreja.
-Anda, ve a hablar con él... Yo iré sola hasta la comisaría.
-¿En serio? ¿Harías eso por mí?
-Sí... Ya me alcanzarás luego.
-¡Gracias! ¡Eres la mejor!
Claire abrazó fuertemente a Amy y caminó disimuladamente y coquetamente hacia donde estaba aquel tipo que le había robado su corazón. Amy suspiró, y continuó caminando.
Iba despistada y chocó contra un tipo de aspecto misterioso y frío.
-¡Auch! -Amy cayó al suelo aunque la caída no le produjo dolor.
-Discúlpame.-El tipo ayudó a levantarse a Amy y salió corriendo en dirección contraria como si se acabase el mundo.
Aunque solo estuvo frente a él unos segundos, Amy pudo observar la apariencia de ese tipo. Tenía el cabello castaño oscuro y, estaba en buena forma. Iba vestido con ropas oscuras que resaltaba un aire de misterio en él.
Lo que más le llamó la atención fueron sus preciosos y enormes ojos grises. Eran como dos hermosas lunas.
Amy se colocó la ropa y se recogió el pelo en una cola de caballo.
Para su suerte, nadie había visto esa tonta caída.
Su mente se centró en Claire y aquel chico. La verdad es que, envidiaba un poco a su amiga. Claire era muy atrevida. Actuaba sin pesar. A veces sus actos tenían consecuencias pero, le gustaría ser mas atrevida y no ser tan tímida y poco sociable.
Se plantó frente a la comisaría. Y abrió la puerta. Saludó a su compañero Tom Lekker.
-Hola, Tom.
-Buenos días, Amy. No tienes buena cara. ¿Ha ocurrido algo?
-Bueno... No te preocupes. ¿Vale?
-Sabes que puedes confiar en mí.
-No me apetece hablar ahora sobre eso...
-Cuando quieras hablar, estaré aquí. Por cierto... ¿y Claire?
-Intentando ligar.
-¿Qué fue de su anterior ligue Carl?
-¿Carl? Buf... ese cerdo le fue infiel con otra chica.
-Vaya... debe estar pasándolo fatal.
-Sí pero, creo que está bien, ya hace semanas de eso.
Amy se dirigió a su oficina y se sentó en su silla. Jugueteó un rato con las llaves. Aunque ella no se diese cuenta, Amy era una mujer atractiva para Tom. Él no lo demostraba demasiado, pero algunos compañeros se habían dado cuenta, la primera en enterarse había sido Claire, ella le había prometido a Tom que no diría nada respecto al asunto pero, ese cotilleo tan jugoso estuvo en boca de muchos.
Amy buscó en su bolso algo de dinero. Caminó hasta la máquina de café. Debía realizar unos informes y, en el estado que estaba eso era imposible. Se tomó el café y, se animó un poco.
Alguien llamó a la puerta. Amy se levantó para abrir. Era Claire.
-Hola, Claire. ¿Ha habido suerte con aquel tipo?
-Conseguí su nombre. Tengo que hacer algún cursillo para aprender a sacar información a las personas. ¿No crees?-Bromeó Claire.
Amy rió.
Mientras Claire se arreglaba las uñas, se oyó la voz de su jefe a través del altavoz.
-Amy White y Claire Stones. Presentados en mi despacho por favor.-Dijo su jefe con voz seria.
Cuando finalizó el mensaje, Claire puso una cara asustada preguntándose qué había hecho.
Se dirigieron al despacho de su jefe. El señor Black. Subieron las escaleras, Claire llevaba tacones e iba tambaleándose por lo que sus compañeros no dejaban de mirarla y hacer comentarios burlones hacia Claire.
Llegaron al despacho. Amy llamó dos veces y se oyó la voz de su jefe diciendo que pasaran.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Hola, jefe.-Dijo Claire en un tono vacilante.
El señor Black miró indignado a Claire.Hizo un gesto para que se sentaran. Amy se sentó en una cómoda silla negra frente a su jefe y, Claire se limitó a sentarse sobre la mesa del señor Black.
-Señorita Stones, no está en su casa, haga el favor y siéntese junto a la señorita White.
Claire mostró una cara de enfado y bajó de la mesa de un salto como una gimnasta. Se sentó junto a Amy y cruzó las piernas con una expresión coqueta en sus enormes ojos marrones.
-Bueno, os he llamado para daros trabajo. Señorita White, ¿los informes para cuando?
-Aún me quedan la mitad, pero no creo que tarde mucho en acabarlos.
-Vale. ¿Y usted, señortia Stones? ¿Dónde está la ficha del ladrón que le pedí la semana pasada?
-Ups... La ficha... creo que se me olvidó... en... ¿la casa de mi prima?
-No tiene remedio... Ya le encargaré la ficha a algún compañero veo, que usted no tiene suficiente nivel para hacerla.
-Je,je,je.-Rió irónicamente Claire disimulando sus ganas de hacerle frente al jefe.
-Os voy a encargar unos nuevos trabajos. Señorita White, tiene que interrogar a un peligroso terrorista que hemos encontrado rondando a las 3:00 AM por el banco central. Y, usted señorita Stones, nos informan de que han visto a dos adolescentes robando aparatos eléctricos, algunos no de gran valor, en la zona este de Chicago.
-Bueno, no prometo nada.
-Señor Black, voy a bajar a interrogar a ese terrorista.
-Ya sabe, está esposado. Pero, si le ocurre algo pulse el botón rojo, ya sabe donde está.
Amy bajó a la sala de interrogatorio. No tenía miedo, estaba acostumbrada a ese tipo de trabajo.
Entró y vio a un hombre con la mirada perdida y varios arañazos y golpes en la cara. Supuso que se había resistido y habían usado la violencia física con él.
-Eh... Hola. Soy la agente Amy. Voy a hacerle algunas preguntas.
El hombre ni se inmutó.
-¿Qué hacía usted a las 3:00 AM en el banco central?
-Yo...-Amy pudo ver el miedo en los ojos de aquel hombre. Pero, sabía perfectamente que ese terrorista solo quería que Amy sintiese lástima y le dejase ir.
Pasaban las horas y Amy pudo sacarle algo de información que le comunicó al señor Black inmediatamente.
Cayó la noche. La luna resplandecía en el cielo junto a centenares de estrellas. No habían nubes en el cielo. Estaba despejado. Claire y Amy salían de la comisaría.
-¿Conseguiste atrapar a aquellos adolescentes?
-Sí. Les tendí una pequeña trampa. Hablé con una mujer del lugar para dejar la casa sola un momento y les pillé con las manos en la masa. Les obligué a devolverlo todo.-Sonrió satisfecha Claire.
-Yo también he tenido éxito en mi misión. Bueno, me voy a casa.
-Espera, espera. Tú te vienes conmigo.-Claire agarró fuertemente del brazo a Amy hasta su casa.
-¿Qué hacemos aquí?-Dijo Amy mientras Claire rebuscaba en su bolso apresuradamente.
Claire sacó sus llaves. Tenía un llavero colgado con una carita de Minnie Mouse. Por lo que Amy rió disimuladamente.
Claire hizo pasar a Amy y la llevó hacia su vestidor. Y le entregó un vestido corto, negro y ceñido.
-¿Qué es esto?-Preguntó Amy con el vestido entre sus manos.
-Es un vestido, tonta. Pruebatelo. Yo te espero en el salón.
-Eh...Vale.
Amy se puso el vestido y se miró en el espejo. No estaba acostumbrada a llevar vestidos tan cortos. Se le marcaba mucho su figura. Salió del vestidor y, Claire le aplaudió.
-¡Perfecto! A mi no me quedaba bien, así que te lo regalo.-Dijo Claire sonriente.
-Muchas gracias.
Claire se cambió rápidamente y se vistió con un vestido corto y verde llamativo con unos tacones a juego. Dejó sus cabellos rizados rubios sueltos. Y, trajo unos tacones negros para Amy.
-Ponte los zapatos.-Dijo Claire entregándole los tacones.
Amy no entendía nada. Pero, hizo caso a su amiga. Cuando se los puso Claire le soltó el pelo a Amy y la peinó como si fuese su hija.
-Estás irreconocible. Ahora ven conmigo.-Claire llevó a Amy al espejo obligándola a pintarse los labios y ojos.
Salieron de la casa de Claire cuando las dos se maquillaron. Y, Claire guió a Amy hacia una discoteca muy de moda.
-¿Qué hacemos aquí?
-Ya lo verás.
Continuará...
El contestador sonó. Había un mensaje de su mejor amiga Claire Stones.
Amy, de mala gana pulsó el botón con la luz roja para oír el mensaje de Claire.
-Oye, dormilona. Desde ayer no sé nada de ti. Llámame cuando oigas este mensaje.
Amy suspiró. Claire no tenía ni idea de lo que le había pasado.
Se sentó en su viejo sofá y su rostro dibujó una expresión triste. Sufría de un mal de amores.
John Stokes, era un chico guapo, alto y atractivo para muchas mujeres. Él, era el chico que había cambiado la vida de Amy. El chico que le había hecho sonreír cuando lloraba. El chico que le hacía olvidar sus problemas.
Hace unas semanas, había logrado conquistar el corazón de John. Y eran muy felices juntos. Incluso, sus amigos comentaban que hacían una pareja espectacular.
Él contaba chistes y ella soltaba enormes carcajadas en todos. En fin, una pareja feliz.
Pero, un día, John conoció a una mujer muy distinta de Amy. Esa mujer, era una muchacha fácil. Le gustaba destacar entre las demás chicas de su pueblo. Siempre iba muy maquillada y con ropa que provocaba que los hombres posasen los ojos en ella. Tifanny Stevens, ese era su nombre.
Se conocieron un precioso día de otoño, en el trabajo de John. Tras ese día, siguieron quedando repetidamente hasta que John, dio el primer paso y le plantó un apasionado beso. Tifanny, no se quedó atrás y le siguió el juego a John.
John decidió ponerle punto y final a su relación con Amy y empezar un nuevo capítulo en su vida.
Amy se quedó en shock. Jamás se había esperado eso de su amado John. Y, para olvidar sus penas lo único que se le ocurrió fue beber para olvidar el dolor.
Tanto alcohol, hizo que Amy cayese en un profundo sueño y amaneciese con una resaca.
Eran las 7:30 de la mañana, tenía que ir a trabajar. Amy, era una joven policía en una pequeña comisaría. Trabajaba junto con su amiga Claire. Amy era muy buena policía y, siempre le encargaban trabajos de alto nivel, sin embargo, a Claire, le encargaban trabajos más fáciles.
El timbre sonó. Y Amy, no quería levantarse a abrir.
-Amy... Soy yo. Ábreme.
Amy se levantó de mal humor a abrir la puerta.
-Hola, Claire. ¿Qué quieres?
Su amiga, notó que Amy tenía mala cara. Tal vez se dio cuenta por sus enormes ojeras o... tal vez por su tono de voz. O quizás porque aún no se había vestido.
-Vaya... No tienes buen aspecto. ¿Te ha pasado algo?
Amy intentó hacerse la dura pero, sus emociones pudieron más que ella y se echó a llorar como un niño que pierde su caramelo.
-¡Oh, Dios! Amy, sabes que puedes contarme lo que quieras.
Amy se secó las lágrimas y la hizo pasar. Le indicó que se sentase en un sofá rojo. Y, le contó lo que había vivido.
-Ese maldito idiota. ¿Cómo ha podido hacerte eso?
-No lo sé.-Sollozó Amy.
-Conozco a esa Tiffany. Trabajé con ella en una tienda de ropa. Es una destrozahogares.
-No puedo más, Claire. Llevo mucho dolor y tristeza dentro. No creo que pueda volver a confiar en un hombre.
-¡Tonterías! Tú sabes que muchos hombres me han dado plantón y aquí estoy dura y fuerte como una roca, y dispuesta a amar a otro hombre.
-Pero...
-¡Vamos! Esta noche Claire te ayudará a que se te quité esa tristeza.
Claire, ayudó a Amy a buscar su uniforme de policía. Salió fuera para que pudiese vestirse con intimidad.
Cuando estuvieron listas, se dirigieron a salir del edificio en el que vivía Amy.
-Oh, oh... -Claire posó la vista en un hombre vestido con un traje impecable y de unos preciosos ojos verdes esmeralda.
-¿Ocurre algo?-Preguntó Amy despistada.
-¿Ves ese tipo?
-¿El que está llamando por teléfono?
-Sí.
-¿Que pasa con él?
-Ji,ji,ji.-Rió tontamente Claire.
-¿Estás pensando en ligar con él?
-Ya me conoces.-Dijo Claire con una sonrisa de oreja a oreja.
-Anda, ve a hablar con él... Yo iré sola hasta la comisaría.
-¿En serio? ¿Harías eso por mí?
-Sí... Ya me alcanzarás luego.
-¡Gracias! ¡Eres la mejor!
Claire abrazó fuertemente a Amy y caminó disimuladamente y coquetamente hacia donde estaba aquel tipo que le había robado su corazón. Amy suspiró, y continuó caminando.
Iba despistada y chocó contra un tipo de aspecto misterioso y frío.
-¡Auch! -Amy cayó al suelo aunque la caída no le produjo dolor.
-Discúlpame.-El tipo ayudó a levantarse a Amy y salió corriendo en dirección contraria como si se acabase el mundo.
Aunque solo estuvo frente a él unos segundos, Amy pudo observar la apariencia de ese tipo. Tenía el cabello castaño oscuro y, estaba en buena forma. Iba vestido con ropas oscuras que resaltaba un aire de misterio en él.
Lo que más le llamó la atención fueron sus preciosos y enormes ojos grises. Eran como dos hermosas lunas.
Amy se colocó la ropa y se recogió el pelo en una cola de caballo.
Para su suerte, nadie había visto esa tonta caída.
Su mente se centró en Claire y aquel chico. La verdad es que, envidiaba un poco a su amiga. Claire era muy atrevida. Actuaba sin pesar. A veces sus actos tenían consecuencias pero, le gustaría ser mas atrevida y no ser tan tímida y poco sociable.
Se plantó frente a la comisaría. Y abrió la puerta. Saludó a su compañero Tom Lekker.
-Hola, Tom.
-Buenos días, Amy. No tienes buena cara. ¿Ha ocurrido algo?
-Bueno... No te preocupes. ¿Vale?
-Sabes que puedes confiar en mí.
-No me apetece hablar ahora sobre eso...
-Cuando quieras hablar, estaré aquí. Por cierto... ¿y Claire?
-Intentando ligar.
-¿Qué fue de su anterior ligue Carl?
-¿Carl? Buf... ese cerdo le fue infiel con otra chica.
-Vaya... debe estar pasándolo fatal.
-Sí pero, creo que está bien, ya hace semanas de eso.
Amy se dirigió a su oficina y se sentó en su silla. Jugueteó un rato con las llaves. Aunque ella no se diese cuenta, Amy era una mujer atractiva para Tom. Él no lo demostraba demasiado, pero algunos compañeros se habían dado cuenta, la primera en enterarse había sido Claire, ella le había prometido a Tom que no diría nada respecto al asunto pero, ese cotilleo tan jugoso estuvo en boca de muchos.
Amy buscó en su bolso algo de dinero. Caminó hasta la máquina de café. Debía realizar unos informes y, en el estado que estaba eso era imposible. Se tomó el café y, se animó un poco.
Alguien llamó a la puerta. Amy se levantó para abrir. Era Claire.
-Hola, Claire. ¿Ha habido suerte con aquel tipo?
-Conseguí su nombre. Tengo que hacer algún cursillo para aprender a sacar información a las personas. ¿No crees?-Bromeó Claire.
Amy rió.
Mientras Claire se arreglaba las uñas, se oyó la voz de su jefe a través del altavoz.
-Amy White y Claire Stones. Presentados en mi despacho por favor.-Dijo su jefe con voz seria.
Cuando finalizó el mensaje, Claire puso una cara asustada preguntándose qué había hecho.
Se dirigieron al despacho de su jefe. El señor Black. Subieron las escaleras, Claire llevaba tacones e iba tambaleándose por lo que sus compañeros no dejaban de mirarla y hacer comentarios burlones hacia Claire.
Llegaron al despacho. Amy llamó dos veces y se oyó la voz de su jefe diciendo que pasaran.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Hola, jefe.-Dijo Claire en un tono vacilante.
El señor Black miró indignado a Claire.Hizo un gesto para que se sentaran. Amy se sentó en una cómoda silla negra frente a su jefe y, Claire se limitó a sentarse sobre la mesa del señor Black.
-Señorita Stones, no está en su casa, haga el favor y siéntese junto a la señorita White.
Claire mostró una cara de enfado y bajó de la mesa de un salto como una gimnasta. Se sentó junto a Amy y cruzó las piernas con una expresión coqueta en sus enormes ojos marrones.
-Bueno, os he llamado para daros trabajo. Señorita White, ¿los informes para cuando?
-Aún me quedan la mitad, pero no creo que tarde mucho en acabarlos.
-Vale. ¿Y usted, señortia Stones? ¿Dónde está la ficha del ladrón que le pedí la semana pasada?
-Ups... La ficha... creo que se me olvidó... en... ¿la casa de mi prima?
-No tiene remedio... Ya le encargaré la ficha a algún compañero veo, que usted no tiene suficiente nivel para hacerla.
-Je,je,je.-Rió irónicamente Claire disimulando sus ganas de hacerle frente al jefe.
-Os voy a encargar unos nuevos trabajos. Señorita White, tiene que interrogar a un peligroso terrorista que hemos encontrado rondando a las 3:00 AM por el banco central. Y, usted señorita Stones, nos informan de que han visto a dos adolescentes robando aparatos eléctricos, algunos no de gran valor, en la zona este de Chicago.
-Bueno, no prometo nada.
-Señor Black, voy a bajar a interrogar a ese terrorista.
-Ya sabe, está esposado. Pero, si le ocurre algo pulse el botón rojo, ya sabe donde está.
Amy bajó a la sala de interrogatorio. No tenía miedo, estaba acostumbrada a ese tipo de trabajo.
Entró y vio a un hombre con la mirada perdida y varios arañazos y golpes en la cara. Supuso que se había resistido y habían usado la violencia física con él.
-Eh... Hola. Soy la agente Amy. Voy a hacerle algunas preguntas.
El hombre ni se inmutó.
-¿Qué hacía usted a las 3:00 AM en el banco central?
-Yo...-Amy pudo ver el miedo en los ojos de aquel hombre. Pero, sabía perfectamente que ese terrorista solo quería que Amy sintiese lástima y le dejase ir.
Pasaban las horas y Amy pudo sacarle algo de información que le comunicó al señor Black inmediatamente.
Cayó la noche. La luna resplandecía en el cielo junto a centenares de estrellas. No habían nubes en el cielo. Estaba despejado. Claire y Amy salían de la comisaría.
-¿Conseguiste atrapar a aquellos adolescentes?
-Sí. Les tendí una pequeña trampa. Hablé con una mujer del lugar para dejar la casa sola un momento y les pillé con las manos en la masa. Les obligué a devolverlo todo.-Sonrió satisfecha Claire.
-Yo también he tenido éxito en mi misión. Bueno, me voy a casa.
-Espera, espera. Tú te vienes conmigo.-Claire agarró fuertemente del brazo a Amy hasta su casa.
-¿Qué hacemos aquí?-Dijo Amy mientras Claire rebuscaba en su bolso apresuradamente.
Claire sacó sus llaves. Tenía un llavero colgado con una carita de Minnie Mouse. Por lo que Amy rió disimuladamente.
Claire hizo pasar a Amy y la llevó hacia su vestidor. Y le entregó un vestido corto, negro y ceñido.
-¿Qué es esto?-Preguntó Amy con el vestido entre sus manos.
-Es un vestido, tonta. Pruebatelo. Yo te espero en el salón.
-Eh...Vale.
Amy se puso el vestido y se miró en el espejo. No estaba acostumbrada a llevar vestidos tan cortos. Se le marcaba mucho su figura. Salió del vestidor y, Claire le aplaudió.
-¡Perfecto! A mi no me quedaba bien, así que te lo regalo.-Dijo Claire sonriente.
-Muchas gracias.
Claire se cambió rápidamente y se vistió con un vestido corto y verde llamativo con unos tacones a juego. Dejó sus cabellos rizados rubios sueltos. Y, trajo unos tacones negros para Amy.
-Ponte los zapatos.-Dijo Claire entregándole los tacones.
Amy no entendía nada. Pero, hizo caso a su amiga. Cuando se los puso Claire le soltó el pelo a Amy y la peinó como si fuese su hija.
-Estás irreconocible. Ahora ven conmigo.-Claire llevó a Amy al espejo obligándola a pintarse los labios y ojos.
Salieron de la casa de Claire cuando las dos se maquillaron. Y, Claire guió a Amy hacia una discoteca muy de moda.
-¿Qué hacemos aquí?
-Ya lo verás.
Continuará...
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