Skygge, estaba recostado en el sofá de su apartamento viendo un programa de televisión. Le había dado vueltas a lo de anoche. Él, era un hombre que trataba mal a todos los que le rodeaban.
Se sentía un poco mal por haber tratado así a Amy. Pero, ella le ponía nervioso. Su sonrisa, le hacía latir el corazón pero, él no sabía qué era esa sensación.
Él pensaba que Amy, sólo quería hacerle daño y su interior trataba de decírselo.
Nunca había experimentado las maravillas del amor. Esa palabra la había visto en libros o la había oído pero, jamás la había vivido en sus propias carnes.
Skygge, rompió el silencio que habitaba en esa habitación.
-Oye, Iluna. ¿Puedo preguntarte algo?
-Dime.
-Hace unas semanas, salvé la vida de una chica de un tipo que quería matarla. Entonces, desde ahí, cada vez que la veo me pone de los nervios, siento un cosquilleo en el estómago y el corazón me va a mil. Seguro que es una enemiga, ¿no crees?
Iluna rió tras la pregunta de su compañero.
-Sufres una enfermedad muy común, llamada amor.
-Pero si hace que me duela el estómago.
-Jajaja. Mariposas en el estómago.
-¿Qué? ¿Insectos en mi interior?
-Nunca te has enamorado, ¿verdad?
-Iluna, ¿qué clase de sensación es esta? No la puedo sacar de mi mente, ¿por qué?
-Porque, estás enamorado de ella. Ya comprenderás más adelante la sensación del amor.
-Quiero que se vaya, me pone nervioso.
-Si se va, te dolerá. Créeme.
-¿Y qué puedo hacer?
-Intenta llevarte bien con ella, comprale flores, pero sobre todo no seas borde y antipático con ella.
Skygge, se sentía muy confuso. No entendía nada de lo que Iluna quería decirle. No podía evitar ser borde con ella. Sólo quería atraer su atención inconscientemente.
-¿Cómo se llama la afortunada?
-Amy White.
-No la conozco. ¿Dónde la conociste?
-Cuando venía a trabajar, tropecé con ella.
Skygge no había olvidado el día que Amy había quedado prendada ante sus preciosos ojos grises. Recordó la sonrisa que Amy había mostrado cuando bailaban anoche. Ese recuerdo le hizo que se le iluminase la cara.
-En qué estarás pensando tú para estar sonriendo de esa manera.
-¿Eh? ¿Yo? Nada que te interese.
-Seguro que estas pensando en esa Amy.
-No.
-A Skygge le gusta Amy, a Skygge le gusta Amy.-Decía su compañero Iluna mientras reía.
-¡No, no me gusta!
-Si me lo niegas, me lo confirmas. Mi hermanito se ha enamorado.
-Cállate. Y no somos hermanos.
-Lo que tú digas. ¿Por qué no le compras unas rosas?
-Porque no. Me voy a dormir.
-No sueñes mucho con tu princesa.
-Pss...
Iluna no se equivocó. Skygge, estuvo cubierto de dulces sueños sobre Amy. Se despertaba todo el rato preguntándose qué demonios le pasaba.
Amaneció. Para Skygge, la noche se le hizo eterna. Tal vez era hora de disculparse ante su comportamiento y comenzar de cero.
Pasaban los días y, Skygge iba todos los días al parque a ver si encontraba a Amy pero, sus intentos no dieron fruto. No pudo ver a Amy.
Skygge, se sentía triste y deprimido. Él no sabía que era pero, Iluna se había dado cuenta de que Skygge quería volver a ver a Amy.
Un día, Skygge se encontraba en un banco con la mirada perdida. Cuando, divisó una figura conocida en el banco de enfrente. ¡Era Amy! El corazón de Skygge se aceleró al ver a esa joven. Al lado del banco, había un arbusto lleno de rosas lilas. Skygge, arrancó una cuidadosamente, sacó un paquete de pañuelos de su bolsillo y cubrió el tallo de la rosa con pañuelos.
Se acercó a ella.
-Hola.-Dijo muy nervioso.
Amy, leía un libro y, levantó la vista un momento para comprobar quién le hablaba.
-Ah. Hola, Skygge.
-Esto es para ti.-Dijo Skygge entregándole la rosa.
-Muchas gracias. Pero, ¿por qué me la das?-Dejó el libro a un lado y tomó la rosa entre sus manos.
-Para disculparme por mi comportamiento. He sido un idiota.
-Si me lo pides así, te perdonaré.-Dijo Amy sonriendo.
La sonrisa de Amy, era preciosa por lo que hizo que el corazón de Skygge diese un vuelco al verla.
-¿Esta noche saldrás?-Preguntó Skygge disimulando.
-Supongo...
-¿A la misma discoteca que nos vimos ayer?
-Sí. ¿Por qué lo preguntas?
-Ah. Porque yo también iba a ir a la misma.-Mintió Skygge.
-Así tendré a alguien que me haga compañía mientras mi amiga se da el lote por ahí.-Dijo Amy riendo.
Skygge rió nerviosamente. Se despidió de Amy y volvió a su casa. Iba a arreglarse como nunca.
[...]
Amy, había llegado a su casa. Puso la preciosa rosa en agua. Llamó a Claire para ver si iba a salir pero, ella estaba ocupada con su nuevo ligue.
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No te olvides de comentar este capítulo